Wednesday, October 7, 2015

La Traición de los intelectuales por anuel Gerardo Monasterio (2005)

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<span class="negrita">Publicado por primera vez en Foro Planetario el </span> 12 / 12 / 2005 (se vuelve  a publicar por cuanto permanece tristemente vigente)<br />
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Hace muchos años Julien Benda escribio una obra titulada “La  traición de los intelectuales”. Difícilmente podría tener más vigencia  ese título, hoy, en América latina, donde la clase intelectual se  encuentra en  buena parte entregada al ocio y a la ejemplar trivialidad,  viviendo a sueldo de los estados –corruptos casi por definición-,  disfrutando de cuanta prebenda les caiga en mano y evitando de todas las  maneras posibles cualquier gesto, o palabra, o movimiento que pudiera  ser confundido de alguna manera con un reflejo de actividad mental al  servicio de algo más que no sea la satisfacción de su vanidad personal o  su seguridad económica, conseguido todo ello a expensas del  soslayamiento constante de los temas verdaderamente esenciales de los  aplastados pueblos que malviven por estas latitudes. La gran mayoría de  quienes no encajan en esta vulgar nómina de proxenetas de la explotación  y la mentira, se encuentran ya sea bajo tierra, o  casi a medio  enterrar, bajo el polvo apabullante de la indiferencia y el silencio.  Voces clamantes en el desierto de las almas que yacen a su vez bajo el  ambiguo yugo del consumismo voraz que el capitalismo avanzando ha  impuesto sobre el planeta con fuerza de ley. Bajo lemas ridículos  lanzados como  tablas mosaicas sobre las devastadas mentalidades  contemporáneas, marcha la sociedad posmoderna, vaciada de interioridad,  bailando al son de la musiquilla ESENCIALMENTE enclenque, pero  hipnótica, de los Fukuyama, los Sorman, los deconstructivistas,  pseudo-foucaultianos –Foucault era algo más que eso- nihilistas a la  violeta – que harían palidecer a Bakunin- y cuanto descerebrado anda  suelto...Con el gracioso agravante de que la mayoría de los  descerebrados han sido soltados, como una manada de vacas  -o una recua  de cerdos- en medio de los congresos, los senados y los ministerios  públicos. Más que la nave de los locos, es esta la nave de los imbéciles  que, desgraciadamente, no va a la deriva, sino que lleva rumbo puesto a  la disolución del último vestigio de  pensamiento racional y coherente,  ya que no sólo “Dios ha muerto”, sino que se ha descubierto que el  hombre también ha fallecido, y ahora sólo quedan los fantasmas, danzando  en medio de las ruinas neurológicas de unas sociedades que parecen  haberse confabulado para aniquilar, progresivamente, todo resto de  actividad organizada de la corteza cerebral. El cerebro reptiliano  manda, con destellos de una región límbica modificada por el bombardeo  de ansiolíticos y antidepresivos repartidos como caramelos por una clase  médica también entregada – hace ya mucho tiempo- a las exigencias de  los laboratorios y las corporaciones transnacionales. Benzodiazepinas e  inhibidores de la recaptación de serotonina ocupan hoy el lugar de la  introspección, la contemplación, la meditación y la autoobservación, en  medio de la pereza colectiva, del sueño eterno de un homo sapiens que no  sapiens, sino que “dormis”...Y el homo-dormis domina la tierra,  mientras esta se incendia bajo el fuego de los deshechos químicos, la  polución generalizada y la cultura del despilfarro elevada al rango de  dogma religioso.<br />
La agonía del hombre medianamente despierto en medio de este pabellón de  ciegos, sordos y mudos es un suplicio de Tántalo que desafía, por  momentos, la mas frondosa imaginación.<br />
La creciente marea de suicidas –niños,hombres y mujeres- es resultado  consubstancial de este sistema abominable que con mano de hierro aprieta  las consciencias, que ya no encuentran otra salida para comunicarse que  hacerlo de esa manera horrorosa y terminal.<br />
Y se autoinmolan, en medio del ruidoso silencio que puebla la masacrada  mentalidad de los restos fósiles de una humanidad... que aún respira. Y  todavía nos es dado escuchar a los que proclaman el  2012, como año del  fin, y quien sabe, de un nuevo Principio. <b>Quizás esperan una catástrofe  más “llamativa” que este Cataclismo de la consciencia que ya se ha  abatido sobre la humanidad desde mucho antes.

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